Tras hablar el día anterior sobre las competencias, este día lo hemos dedicado al mismo tema. Nuestra opinión sigue siendo la misma, y creemos que alumnado tiene un proceso madurativo y la adquisición de estas competencias debe hacerse sin presiones por parte del profesorado, ya que debe ser el alumno el que con el tiempo las vaya interiorizando, aunque el maestro favorezca que esto se produzca.
Las competencias quedan implícitas en los objetivos y contenidos del currículo y estas, favorecen la autonomía del alumnado. Además, promueven un aprendizaje práctico y funcional para el niño ya que ayuda a este a aprender significativamente. Quizás haya una actividad en la que el niño aprenda a leer o a escribir, pero en este ejercicio pueden estar inmersos otros contenidos que hagan que el alumno adquiera otras habilidades y es mediante este método como los alumnos desarrollan las competencias. Las competencias van más allá de lo que el currículo quiere enseñar, es decir, aunque estén encasilladas por tipos, estas habilidades son el conjuntos de actitudes, conocimientos y experiencias que usa una persona para resolver de forma adecuada una tarea en un contexto definido. Es la forma en que se afrontan los problemas del día a día ya sean dentro el contexto escolar o fuera de él.

Muchas veces queremos enseñar a los niños lo que creemos que es importante que conozcan y no nos paramos a pensar en lo que ellos quieren o verdaderamente necesitan. Rompemos con su creatividad y con sus intereses, introduciéndoles nosotros los intereses que queremos para ellos.
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