La sesión práctica
de hoy ha sido muy interesante. Nos ha gustado mucho la forma en la que la
profesora ha planteado la actividad, haciéndonos pensar, elaborando hipótesis
para construir nuestra propia botella de agua, en la que debíamos conseguir que
un fantasma (elaborado con un dedo de un guante de plástico) flotara, para que,
al apretar la botella, este descendiera hacia el fondo del recipiente.
El hecho de
que no nos diera ninguna pista sobre los pasos que debíamos seguir para
realizar el experimento nos ha parecido muy motivador, ya que nos incitaba a
ser capaces por nosotras mismas de conseguirlo, sin que nadie tuviera que
explicarnos el procedimiento.
Para empezar
inspeccionamos la botella de muestra que ya trajo preparada Hortensia, y nos
dimos cuenta de que el dedo (el fantasma) tenía dentro una anilla, de manera
vertical, que ayudaba a dar peso al dedo. Continuamos haciéndonos preguntas
sobre cómo o qué características debía tener el agua para que el fantasma
subiera y bajara al apretar la botella por el centro. Pensamos en primer lugar
que la densidad del agua debía aumentar, por lo que nos dispusimos a agregar
sal a la botella, pero al probar, no nos funcionó. Por tanto agregamos más sal,
hasta que conseguimos que el fantasma flotara y se hundiera al apretar la
botella.
Una vez
conseguido el experimento tras varios intentos, nos dispusimos a decorar
nuestra botella, con colorante azul y pegatinas con forma de seres vivos
marinos, como ballenas, peces, algas, caballitos de mar, etc.
Hemos aprendido mucho con esta actividad, ya que el hecho de
realizar actividades de ensayo-error nos ayuda a aprender, y
más aún si no se nos proporcionan ideas para tener una base a partir de la cual comenzar
o entender el experimento. Esta metodología es muy buena para trabajarla en
Educación Infantil, porque provoca que sea el propio niño el que experimente y
el que investigue, propiciando de ese modo un aprendizaje
significativo.
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