lunes, 25 de enero de 2016

Día 23 (17/11/2015)



Comenzamos recordando el experimento del "fantasmita", y formulamos hipótesis para explicar por qué se hundía. Las vamos anotando en la pizarra y, después de darle varias vueltas, la profesora pone nombre a nuestras hipótesis, y comprobamos que están basadas en leyes físicas (principios de Arquímedes y de Pascal). 

Objetivo de esta experiencia: ¿Por qué la hemos hecho? ¿Para qué? ¿Què hemos aprendido de ella?
Al margen de aprender leyes físicas, hemos conocido el modo en que podemos enseñar a nuestros alumnos. Hemos aprendido un nuevo tipo de metodología mediante nuestra propia práctica y reflexión, muy diferente a la que se nos muestra en los libros de texto. A partir de un experimento sobre algo que nos ha resultado interesante y motivador, nos hemos formulado una serie de interrogantes. De este modo, el nuevo conocimiento, que viene dado por la búsqueda de respuestas a estas preguntas, nos resulta interesante y útil, porque nos explica algo que ya hemos vivido, algo que ha despertado nuestra curiosidad. Creemos que todo el proceso educativo debería estar enfocado a cubrir la necesidad de conocimiento, de curiosidad de nuestros alumnos, y no a imponer nuevos conceptos abstractos que para ellos probablemente no significan nada. 

Con estas sesiones científicas, hemos aprendido de la mejor manera, de primera mano, ya que la teoría estudiada nos ha llegado empapada de nuestra propia práctica. Pero sobre todo, lo más importante, es que hemos comprobado en nuestra propia piel cómo otro tipo de educación es posible, y esto nos ha dado ánimos, al comprobar que no son solo ideales, que no es solo una utopía, sino una realidad perfectamente asumible y alcanzable.


De nuevo, hemos vuelto a comprender que es, mediante la experimentación, cuando realmente se aprende. El conocimiento no hay que aprenderlo, hay que vivirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario