Comenzamos
recordando el experimento del "fantasmita", y formulamos hipótesis
para explicar por qué se hundía. Las vamos anotando en la pizarra y, después de
darle varias vueltas, la profesora pone nombre a nuestras hipótesis, y
comprobamos que están basadas en leyes físicas (principios de Arquímedes y de
Pascal).
Objetivo de
esta experiencia: ¿Por qué la
hemos hecho? ¿Para qué? ¿Què hemos aprendido de ella?
Al margen de
aprender leyes físicas, hemos conocido el modo en que podemos enseñar a
nuestros alumnos. Hemos aprendido un nuevo tipo de metodología mediante nuestra
propia práctica y reflexión, muy diferente a la que se nos muestra en los
libros de texto. A partir de un experimento sobre algo que nos ha resultado
interesante y motivador, nos hemos formulado una serie de interrogantes. De
este modo, el nuevo
conocimiento, que viene dado por la búsqueda de respuestas a estas preguntas,
nos resulta interesante y útil, porque nos explica algo que ya hemos vivido,
algo que ha despertado nuestra curiosidad. Creemos que todo el proceso
educativo debería estar enfocado a cubrir la necesidad de conocimiento, de
curiosidad de nuestros alumnos, y no a imponer nuevos conceptos abstractos que
para ellos probablemente no significan nada.


Con estas
sesiones científicas, hemos aprendido de la mejor manera, de primera mano, ya
que la teoría estudiada nos ha llegado empapada de nuestra propia práctica.
Pero sobre todo, lo más importante, es que hemos comprobado en nuestra propia
piel cómo otro tipo de educación es posible, y esto nos ha dado ánimos, al
comprobar que no son solo ideales, que no es solo una utopía, sino una realidad
perfectamente asumible y alcanzable.
De nuevo, hemos vuelto a comprender que es, mediante la
experimentación, cuando realmente se aprende. El conocimiento no hay que
aprenderlo, hay que vivirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario